domingo, 7 de octubre de 2012

SHANG CHI DE PAUL GULACY

Shang-Chi es el hijo del Dr. Fu Manchu, genio criminal, fue entrenado toda su vida para usar su cuerpo como el arma más mortal sobre la tierra por medio del arte marcial llamado Kung Fu. Antihéroe heroico, hijo de un supervillano que desea conquistar el mundo aunque tenga mala suerte, tal vez incluso precursor de Luke Skywalker, el joven Shang Chi ha sido educado para ser el arma perfecta, el brazo desarmado pero letal de su padre. Sin embargo, Fu Manchú ha dejado escapar un factor importante: en su educación, Shang Chi, engañado y algo ingenuo siempre, ha adquirido conciencia, y su primera misión, la de asesinar al doctor Petrie, viejo, moribundo ya, inofensivo, le hace compreder que su padre no es precisamente un filántropo, sino el mal encarnado. Los primeros números de la serie, creada por Steve Englehart, nos muestran a un Shang-Chi hippie, vestido con un llamativo kimono rojo con el símbolo del ying y el yang en la espalda, descalzo, una cinta peculiar en la cabeza, que lo mismo recorre las calles de Nueva York que los pantanos de Florida (donde encuentra no sólo al Hombre Cosa, sino a David Carradine, anuncio de futuros cameos cinematográficos por venir), hasta que el joven dibujante Paul Gulacy, y el grandísimo guionista Doug Moench se sueltan el pelo y crean la que quizá sea la obra de sus vidas. Ambos son conscientes de que, en cierto modo, están "dibujando una película", y el acercamiento al pulp y a Fu Manchu les hace recuperar no sólo a los personajes clásicos de las novelas de Rohmer, sino ampliarlas con el cine de espías (el éxito de la película de Bruce Lee Operación Dragón tal vez tuviera algo que ver). Unos cuantos números de toma de contacto, donde Gulacy inicia experimentos de montaje y marca muy claramente cuál va a ser la estética de la serie lanzan en seguida al personaje a un mundo de espías hipertecnificados, malos más grandes que la vida, robots, femme fatales, dacoits, sifans, samuráis y panteras, supervillanos letales que no necesitaban volar y muchísimo juego intertextual. A los personajes ya conocidos (Fu Manchú, Sir Denis Nayland-Smith, Black Jack Tarr, un resucitado Doctor Petrie cuya presencia los lectores españoles no comprendimos hasta mucho después, pues la publicación de la serie en España, en blanco y negro made-in-Vértice, con colores corridos y páginas mal impresas, fue un verdadero caos) se unen pronto Fah Lo Suee, la hija de Fu Manchu (y hermanastra de Chi), el agente secreto Clive Reston y la bella espía Leiko Wu. Llevando al límite los juegos de luces y sombras, los montajes analíticos, la bella coreografía de las peleas, y superando con creces las influencias de su maestro Jim Steranko, Paul Gulacy no se corta un pelo y juega con los rostros de actores y actrices para que interpreten a sus personajes. Así, obviamente Bruce Lee acaba siendo Shang Chi, Clive Reston (cuyo juego textual es que es hijo de James Bond y sobrino-nieto de Sherlock Holmes) será un cruce entre Michael Caine y Sean Connery, Fah Lo Suee será "interpretada" por Sophia Loren, y Fu Manchu recordará a Cristopher Lee. Actores como Marlon Brando, David Niven, Faye Dunaway o Marlene Dietrich "posarán" para otros personajes, una característica de la serie que perdurará más adelante, en los tiempos de Mike Zeck y el malogrado Gene Day, donde aparecerán Humphrey Bogart (interpretando a Rick Blaine), Groucho Marx o W.C. Fields.

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